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sábado, 14 de febrero de 2015

Lo que es y no ha de ser.

Estamos un poco perdidos.
Como, en el buen sentido de perderse. ¿Saben?
De la forma en la que no sabemos si esta bien o mal, si es correcto o no. Pero cualquiera sea la respuesta, se siente increíblemente maravilloso.
Es como cuando cometemos la estupidez de amar a alguien que sabemos no podemos amar. Cualquiera sean las circunstancias, lo amamos. Lo deseamos al punto de no saber que vale mas, si vivir para sostenerlo mientras dure o morir y dejar que ese pequeño momento se vuelva eternidad.
Son increíbles esos pequeños momentos de desconcierto.
Cuando no importa que es. Sólo importa.
Nunca sabemos cuando ese desorientación puede golpearnos.
Porque, de verdad. Siempre estamos perdidos.
Como cuando hay tristeza, pero en realidad no sabemos ¿Tristeza de qué? No es como si no pudiéramos nombrar varias cosas, pero, ¿es suficiente?
Estás riendo, realmente riendo sobre algo posiblemente estúpido, pero muy gracioso. Y cuando acaba la risa, justo cuando das aquel ultimo suspiro de alegría, comienzas a llorar. Así. De la nada. Y la tristeza te inunda, y ya no hay diversión, ya no hay nada mas que las lágrimas desbordando y el mundo colapsando, todo dentro y fuera. Rápido. Sin aire. Solo lagrimas y dolor anónimo.
Y ves rostros, y buscas uno para darle significado a este dolor.
Para que por lo menos, valga la pena esta presión en el pecho que te derrumba.
Pero no hay rostros, no hay puntos específicos de porque me siento como la mierda en este preciso momento.
Porque, la verdad, ¿La puta y jodida verdad?
Estamos completamente perdidos, y el dolor no necesita siempre un motivo para estar, para desearnos y estar. Siempre. Latente.