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jueves, 26 de enero de 2012

Cuando caigas, ¿Que elegirás?

Cuando uno ha caído lo suficiente como para tocar fondo. Es cuando realmente ve todo tan claro en tan gran oscuridad. Cuando estas hundido en las profundidades de tu mente, de tu vida, de tus amores, de tu familia, de tu mismo odio. Cuando te encuentras ahí tienes dos opciones. O sales, o te quedas. Y vaya que varios han elegido quedarse. ¡Podría gritarles cobardes!, pero yo me he estancado demasiadas veces.
Y te quedas ahí, viendo tu propia miseria, tu dolor a los ojos. Viendo como se ríe de ti. Como el resto camina en las alturas sin siquiera inmutarse ante tu ausencia, ante tus dolores, ante tu trágica y extremista vida. Siguiendo la suya, porque no eres imprescindible, no eres necesario, nadie lo es. Y cariño te ha tocado averiguarlo estando en esa oscuridad. En esa sombra, en esa realidad que a algunos nos toca.
¿Y que mas puedes hacer?
¿Y porque deberías subir, o quedarte aquí? nada cambiaría, nadie seria ni mas triste, ni mas feliz. Nadie notaría cuantas veces has secado tus lágrimas, nadie notaría tu dolor externo, menos el interno.
¿Porque deberías volver a sonreír?
Porque deberías quedarte llorando eternamente por algo que a ti tampoco ya te importa...
¿Porque deberías?
¿Que harías?
Cantar canciones lúgubres, escribir poemas trágicos, cortarte en retazos el alma y esparcirlo por la tierra. Escupiéndole a la vida.
¿Que harías?
¿Te quedarías aquí, encerrada conmigo? ¿Con este hombre que ha perdido mas de lo que se puede perder?
¿Te quedarías aquí, escuchando mis silencios? ¿Sintiendo mí vacío? ¿Viéndome distante, sintiéndote sola aun en mi triste compañía?
Cariño, sube y muéstrales lo que es estar en estas penumbras. Enséñales, perdónales, porque en algún momento se que ellos te han perdonado. Y no me ames, tampoco me odies. No me odies por elegir mi lugar. Por elegir mi final.
Mi cuarto rodeado de alcohol, humo de cigarrillos y poesías baratas.
¡Cariño! sube y vive, porque en mi ya no queda nada, no seas otra cobarde. Sube y desde arriba olvídame, como lo ha echo el resto, no seas alguien a quien mas extrañar, amar, a quien mas desear. Conviértete en una más del resto, olvídame y di a los que te escuchen él no valía la pena.
Olvídame cariño, y déjame lo ultimo que tus dedos han podido escribir.

Y cuando ella salio de ese cuarto en penumbras que representaba lo mas trágico jamás visto en los ojos de alguien, lanzo un papel al aire. Que decía esto:

Me perdí. En vos, en mí, en ambos. En ese espacio que jamás logramos vencer, en ese pequeño lugar que nos mantiene al tanto, casi lejos, casi cerca. Me perdí, no porque no sepa donde ir, sino porque ya no me interesa. Me perdí, porque volteé y no estaba tu mano para tomarla. No estabas vos para detenerme, no estabas para decirme quédate, aun nos resta el atardecer. Me perdí, intentando encontrarte. Me perdí, recorriendo cada uno de tus silencios, de tus miradas esquivas. Me perdí en tus ojos, me adentre tanto, que ya no se si soy yo o eres tu el que ve. El que nos mira, desde lejos.
Me perdí, caí, hondo, profundo, bajo, y aun sigo buscándote en esta oscuridad. Ciega, a tientas, guiándome por la estupidez, por la impulsividad que me da este no sé que. Iría hasta el ultimo y mas recóndito rincón de tu ser, aunque tal vez, aunque quizás, vuelva a perderme, al ver como tu mismo te ocultas de mi.

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