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lunes, 3 de diciembre de 2012

EL show debe continuar

Los cuerpos fríos. Los ojos vacíos, perversos, tan repugnantes.
Media hora. Quizás más, tal vez menos.

¿Que importa? ¿A quién le importa? ¿Qué te importa?
¿Cual es tu nombre real? ¿Cual es el que agrada más? Se indaga a si misma.
Quien alguna vez se llamó Rocío < como el que cae de sus ojos en algunas ocasiones > se unta crema en sus largas piernas bajo la luz tenue de un cuarto abrumado.
Quien alguna vez jugó a ser mujer, a ser niña, a jugar con muñecas con cabello de oro, quien alguna vez se atrevió, osada, a sentirse amada.
Quien alguna vez se permitió soñar, ahora se encuentra en una cama relativamente limpia. Con el aroma a mil humanidades. A mil sueños rotos, a engaños, a dolores, a sensaciones vacías.
Oh, sí.
Veinte minutos.

Una fabricante de mentiras, una vendedora, comerciante, mentirosa.
Con pasos retraídos se detiene frente al espejo, lo observa. Se observa.
Se arregla el maquillaje. (Aunque sea solo ella quien lo note). Que dolorosa forma de mimarse un poco.
Observa la ropa, intenta decidir cual usar.- Joder. ¡Joder! ¿A quién le importa la ropa? ¿A quién le importa tu nombre? ¿A quien diablos le interesa la pintura o la bijouterie barata?
Nadie te dirá “te encuentras radiante esta noche” , ni notará tu nuevo corte de cabello.
Doce minutos.

Revisa su teléfono. Tres citas más. Solo tres, solo tres, se consuela mientras se peina el cabello.
Es hermoso, si alguien alguna vez ah llegado a notarlo. Largo, con rizos que cubren su espalda. Negro como las noches que la preceden, como los cuartos que ha habitado, como parte de ella. Y aún así hermoso.
Sus manos tiemblan, y no es frío, apenas siente una brisa cuando la atraviesa, quizás un suspiro perdido.
Quien ha de ver el color de sus ojos avellana, el gris de su mirada en los días de tormenta, y el brillo que cobran cuando ella se emociona. Quien ha de notar toda esa belleza que la rodea y no se observa, no se ve, no se toca, simplemente se siente.
No llores, ¡No llores!, la pintura no es indeleble piensa riéndose.
"Algún día, serás una hermosa mujer mi niña" - Mamá, como nos hemos equivocado.
Limpia esos ojos, límpiate. Sucia, se desprecia.

Cinco minutos.

Sécate esas lágrimas, apúrate, se te hace tarde cariño. El show debe continuar.
Jamás llores, jamás ames, jamás te caigas, jamás.
Tú no puedes darte ese lujo, no puedes salir de compras con amigas y ver películas, tú debes trabajar. Tu debes verte sensacional, irreal, soñada. No una soñadora, soñada.
Entrelaza sus dedos y reza porque el siguiente sea mejor que el anterior, y peor que el futuro.
Desea que acabe rápido, que la noche muera ante sus labios, que las estrellas se oculten tras su espalda siempre desnuda.
Sus labios jamás han sentido el sabor de la dulzura, mas han sido heridos en tantas ocasiones que ya ha perdido la cuenta.
Un minuto.

Suena el timbre.
Suena el timbre.

Sonríe, a nadie le interesa. No lo hace por el que no la mirará, lo hace por ella.
Debes creer en tus mentiras, eres feliz, estas sonriendo. Eres feliz.
Abre la puerta y la empujan, no la acompañan, ni la miran, no notan sus ojos avellana, tampoco ven su cabello, ni sienten el perfume carmín que cubre los pecados.
La empujan, pues debe hacer lo que sabe hacer.
-¿Cómo te llamas?
- <Vaya, ese es un progreso> Como tu desees que me llame esta noche cariño. Soy lo que todos sueñan, soy lo que desean, y hoy soy tuya.
El show debe continuar.

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